Las y los estudiantes de Educación Superior y secundaria, de instituciones públicas y privadas, provenientes de todos los rincones del país, y que nos hemos dado cita en el III Congreso de la Federación de Estudiantes Universitarios, FEU Colombia, escenario amplio y democrático de construcción conjunta de caminos que nos llevan con certeza hacia una Universidad para la segunda y definitiva independencia; estamos convencidos que estos son justamente, caminos de unidad. Es por ello, que en distintos escenarios, desde distintas percepciones y con mucho entusiasmo, entendiendo el momento histórico en que se encuentra la educación y las condiciones del pueblo colombiano, declaramos que:
Las cada vez más dramáticas crisis del capital a escala global, conllevan a profundizar la miseria, la muerte y la dependencia de nuestro país; haciendo necesarias las luchas que en diversos puntos del planeta y que hoy protagonizan pueblos comprometidos con un profundo cambio, nos permiten entender que un nuevo mundo es necesario y posible. En nuestra América Latina, la Patria Grande nos reclama la realización de la esperanza y nos muestra claramente la posibilidad de ser, como jóvenes y estudiantes, protagonistas de la historia. La construcción de una nueva realidad social, económica, política, cultural y ambiental para los países latinoamericanos, es tarea del conjunto de sectores y organizaciones sociales, resaltando que el proceso de lucha popular le está dando de nuevo al movimiento estudiantil, la oportunidad de contribuir decididamente con el impulso de las acciones y propuestas que remuevan las más anquilosadas estructuras de explotación, despojo y empobrecimiento del conjunto de la población.
Como recientemente lo han mostrado las y los compañeros de Puerto Rico y Chile, no basta con cambios puntuales dentro de las legislaciones vigentes. No es suficiente un cambio de funcionarios. Nuevas formas de entender la educación y la sociedad son necesarias. He ahí el sustrato mismo de las banderas que con orgullo hoy defiende el movimiento estudiantil de América Latina. La realidad colombiana presenta actualmente una de las caras más oscuras del neoliberalismo en la región. No siendo suficiente con haber convertido a la nación en uno de los más crueles escenarios de guerra contra la sociedad y las organizaciones populares, mediante la represión de las fuerzas militares, las acciones soterradas de cuerpos paramilitares y al amparo de la financiación norteamericana, hoy nuestro país está siendo utilizado como laboratorio de reinvención del modelo económico, tan profundamente cuestionado en todas las latitudes del planeta. Un modelo, que parangonado como tercera vía, nos conduce a un mismo destino, aquel que ya ha sido trazado por la elite en el poder para el pueblo colombiano: sangre, violencia, exclusión, saqueo y explotación son los componentes reales, de aquello que llaman sin sonrojarse democracia, hoy día entendida como Unidad Nacional.
El neoliberalismo impuesto a boca de fusil es la versión más nefasta de las actuales lógicas del capital nacional y trasnacional, que ha debido sembrar el terror para abrir amplios espacios a la expoliación de nuestros recursos, fijando la meta de hacer del país un proveedor neto de materias primas, como oro y palma africana. Mientras esto ocurre, los derechos y garantías sociales y económicas de las y los trabajadores son violentados sin reparo, a través de leyes mezquinas que dejan la carga de la crisis del capital en hombros del conjunto del pueblo. Es difícil detener la dirección del viento y será aún más difícil detener al pueblo que armado de dignidad, beligerancia y consecuencia ha demostrado estar dispuesto a asumir las riendas de su propio destino; el primer paso hacia la segunda y definitiva independencia radica en que el pueblo reclame la suya frente a la clase que le gobierna.
El régimen político ha desplegado con mayor fuerza la lógica de exclusión, negación de la diferencia e imposición del pensamiento único, mostrando su cara más perversa al querer darle un barniz de apertura a lo que, en el fondo, no es más que la vieja táctica de cooptación. Creemos que el sentido real que tiene el fortalecimiento del Estado por parte del gobierno Santos, no es otra cosa que fortalecer el Estado como forma de dominación, como agente de represión y como vigilante del saqueo al pueblo trabajador y campesino. Nos unimos a los sectores populares y organizaciones que han hecho un vehemente llamado a trabajar por la independencia del movimiento social colombiano, a no abdicar en la lucha a cambio de migajas del gobierno para terminar presos del corporativismo, propio de regímenes fascistas, legitimando la más oprobiosa afrenta de explotación en contra de la nación. Nuestro compromiso es y será contribuir a la construcción de formas de gobierno, participación y política radicalmente distintas, realizándolas dentro y fuera de las aulas, con la academia, el arte, la creación, la alegría y la lucha social, que seguirá siendo nuestra escuela para la verdadera democracia.
Con convicción y sin descanso, reiteramos que la construcción de la Patria Nueva requiere avanzar sin dilaciones hacia la solución política al conflicto social y armado. La oscura noche con la que los detentadores del poder han querido someter al pueblo colombiano, no ha cesado. La guerra sigue siendo el pan de cada día para miles de colombianos, en campos y ciudades, y continuará hasta no ser encaradas sus más profundas causas, enraizadas en las inequidades sociales perpetuadas por decenios. La crudeza de nuestra historia reciente evidencia que ni la pantomima del desmonte del paramilitarismo, ni el maquillaje sobre las cifras y hechos de violencia contra los trabajadores, la rancia estrechez de la ley de restitución de tierras o la superficialidad de la ley de víctimas, han conducido a un avance en la superación del conflicto, porque todas han sido visiones parciales y acomodadas de gestos de paz, dirigidas a crear la vana ilusión de caminos allanados, mientras la mano negra de la violencia campea sin restricciones.
La persecución, el amedrentamiento y el señalamiento a las voces disidentes son las realidades de una falsa democracia, capaz de invertir más en guerra que en educación, y al igual que otros procesos de resistencia en el país, los estudiantes continuamos siendo víctimas de la estigmatización, el asesinato, el encarcelamiento y el exilio. Innegablemente nuestro compromiso es con la Paz. Como el conjunto del pueblo colombiano, también estamos pagando el precio de la guerra, pero sabemos que la superación de la misma sólo será posible con el más amplio proceso de discusión y construcción de país, en el que Estado, Insurgencia, sectores sociales y políticos, y el pueblo en general, planteemos de manera conjunta, propuestas y rutas de salida efectivas a la crisis del país. El sustento de la Paz sigue siendo entonces la voluntad real para cambiar las estructuras políticas, económicas y culturales, largamente impuestas por la clase dominante en el país; rechazamos la despistante caracterización de la situación colombiana como pos-conflicto, el posconflicto real es aquel momento en que la justicia social sea la esencia de un nuevo gobierno.
Los y las estudiantes participantes en el III Congreso de la FEU estamos convencidos que los actuales rumbos de la Patria no son los que harán posible su dignificación. Por el contrario, claramente comprendemos que es fundamental recobrar la soberanía, entregada desde hace tanto tiempo por quienes se apoltronan abusivamente en los más altos niveles del poder. Creemos indispensable e inaplazable avanzar, con el conjunto del movimiento social y popular, por la ruta de la Segunda y Definitiva Independencia, que no es otra cosa que la completa realización para todos y todas de las aspiraciones por soberanía, autodeterminación, dignidad, paz, justicia social y económica, traicionadas desde hace ya dos siglos. Esta meta sólo será posible trabajando con el conjunto del movimiento social y los sectores populares, hermanando cada vez más las solidaridades de carácter internacional, enarbolando las banderas del antiimperialismo, desarrollando los más amplios procesos de organización y movilización, y avanzando en las necesarias construcciones programáticas.
Siendo la educación nuestro campo de lucha inmediato, el régimen sólo nos ha dado la posibilidad de verla convertida en una mercancía, antes que vivirla realizada como un derecho; saberla dirigida únicamente a la estrecha formación de individuos con conocimientos específicos -prestos a ser piezas funcionales de las lógicas de exclusión y explotación-, antes que a la formación de sujetos políticos de transformación y profesionales comprometidos con las necesidades de la Patria.
La puerta en el camino de la privatización de la educación pública en nuestro país se abrió en 1992 con la formulación de la Ley 30. La instalación del mercado de la educación superior no ha resuelto los graves problemas de cobertura, calidad, deserción, exclusión y acceso que caracterizan el sistema educativo nacional. El crédito educativo se convirtió en la única forma de acceso a modos precarizados de educación, mientras que el acceso a la educación pública se estrechó aún más, evidenciando las graves falencias de la básica y media que hoy por hoy, no están otorgando los mínimos suficientes para acceder a la formación superior de carácter estatal.
La reforma a la ley 30 y los impactos que tendrá sobre la educación la firma del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, son la muestra palpable de la voracidad del capital, en la incesante búsqueda de nuevos mercados y fuentes para la elevación de la ganancia. Ha sido este el motor fundamental de la nueva reforma, que busca llevar a la Universidad Pública por el camino de la autofinanciación y la pérdida de autonomía, mientras que en las universidades privadas se dará paso a la profundización del silencioso drama del endeudamiento y la baja calidad de la formación. Los únicos intereses defendidos en las propuestas del régimen, ejecutadas por el gobierno de turno, son los del capital trasnacional y el sistema financiero, mientras que se condena la ya vapuleada juventud de nuestro país, al endeudamiento eterno por una educación de baja calidad y para la dominación.
Cansados hasta la saciedad de esta situación y ante el nuevo embate del capital contra lo poco de garantías reales para una educación gratuita, pública y de calidad, decimos: ¡BASTA! Nos comprometemos con el reclamo de este nuevo momento en la Historia y cerramos filas por el derecho a la educación para todas y todos los colombianos, y en defensa de la Universidad Pública. Si la educación es, como lo defendemos, un proceso de creación de sujetos, no puede, bajo ninguna circunstancia ser tratada como una mercancía. Como ha quedado demostrado, las leyes de oferta y demanda no son los garantes necesarios para hacer de la Universidad el espacio creador que aporte a la superación de los problemas más sentidos de nuestro país. La lucha es por una educación pública, gratuita, de calidad, democrática y por un nuevo modelo de escuela que en definitiva rompa con la escolástica.
Con esperanza sabemos que esta es una bandera del conjunto de los estudiantes, que se están organizando y movilizando para defenderla. Con voluntad y compromiso reconocemos el esfuerzo que desde los distintos sectores se viene desarrollando para forjar la necesaria unidad del movimiento estudiantil, expresada hoy, en la Mesa Amplia Nacional Estudiantil. Convocamos a continuar profundizando dicho proceso, desde la construcción programática, la movilización y la organización. La fuerza determina la posibilidad de cambio; pero sólo la unidad y la organización labrarán las más sólidas bases de dicha fuerza. Y es por ello que saludamos con entusiasmo a la asamblea nacional de delegados de la FEU como espacio amplio, democrático y amplio de construcción política y organizativa de las organizaciones estudiantiles que participan de la CONAP y la Marcha Patriótica; estamos absolutamente seguros que este espacio será de fundamental importancia para el futuro del movimiento social colombiano; estamos seguros de que es éste un avance fundamental para la reconstrucción del movimiento estudiantil. Podemos asegurar que este avance organizativo le indica al gobierno nacional y a la sociedad en general un llamado, un llamado cuyo eco aún resuena en las calles, en las aulas, en los campos y ciudades, un llamado que dice; ALERTA!, ALERTA!, ALERTA QUE CAMINA, LA LUCHA ESTUDIANTIL POR AMÉRICA LATINA.
Reivindicamos la memoria histórica de las luchas sociales políticas negadas por el establecimiento, aquellas borradas de la historia oficial; es por ello que entendemos que las banderas que hoy enarbolamos las hemos heredado de generaciones anteriores de hombres y mujeres que dieron, incluso, sus vidas por verlas realizadas; ese compromiso es aún mayor cuando entendemos que logros obtenidos en las calles, en la lucha social, digna, beligerante, son hoy día puestas al borde del abismo del mercado por parte del gobierno actual en su carrera desenfrenada por la neoliberalización de la economía nacional.
De igual manera, las y los estudiantes participantes en el III Congreso de la FEU-Colombia, hacemos un firme compromiso para aportar en la reconstrucción del movimiento estudiantil de secundaria, cantera invaluable de cuadros y procesos organizativos que históricamente ha alimentado no sólo al movimiento universitario, sino al barrial y popular en general. Una educación superior como la que nos proponemos no será posible sino pensando en el conjunto del sistema educativo, abandonando las visiones parcializadas y volviendo nuevamente la cara a la profunda problemática de calidad que hoy aqueja a la educación media y básica. A las y los estudiantes secundaristas les decimos: ¡No están solos!, juntos habremos de forjar la lucha por esa educación para la Segunda y Definitiva Independencia.
Honrando la memoria de nuestros mártires y de los mártires del conjunto del movimiento social, hermanados solidariamente con los presos y perseguidos políticos, cerrando brecha en la distancia a través de la lucha y la esperanza con los desplazados, desterrados y exiliados, forjando la más profunda unidad con el conjunto del movimiento popular a través de la CONAP y La Marcha Patriótica, procesos hermanos y de los que orgullosamente somos partícipes, declaramos una vez más, nuestra militancia en la alegría, la esperanza y el empeño por forjar la Colombia Nueva, por avanzar hacia la Patria Grande, por continuar el legado de Bolívar, Martí, Artigas, Allende y todos los pensadores de la emancipación latinoamericana.
¡Seguimos soñando, seguimos trabajando! ¡No tememos, no retrocedemos! Porque ya hemos iniciado la construcción de una nueva educación y un nuevo país, ese que realmente estará a la altura de nuestros sueños; porque nuestra lucha es entusiasmable, y eso nos hace invencibles; estamos construyendo el paro nacional universitario, esperando trascender los logros de nuestros compañeros en 1971; estamos construyendo el paro cívico nacional, esperando fortalecer la articulación del movimiento social colombiano, esperando despiertos un nuevo amanecer, el de aquel día en que la oscuridad nos evoque el sosiego y no la muerte y la tristeza de que han colmado nuestras voces y nuestras ideas.
Optimistas por el desarrollo de este espacio. Esperanzados por el avance del movimiento estudiantil latinoamericano; atentos al desarrollo de la amenaza que se cierne sobre la educación en Colombia. Creemos que es clara la apuesta de las clases dominantes, pero aún más clara la respuesta del movimiento estudiantil: debemos avanzar en los procesos de organización, debemos fortalecer nuestras banderas programáticas, y debemos llenar las calles de la beligerancia, rebeldía e irreverencia de aquellos que avanzan hacia un futuro que no conocen, pero del que están convencidos será radicalmente distinto del actual: una Universidad, en un tipo de sociedad en la que el acento se ponga en la humanidad y no en la ganancia por parte de quienes escriben la historia en la que se nos niega, pero que hoy forjamos. Hoy declaramos: Que tiemblen los enemigos del pueblo, que tiemblen los señores de la muerte y la miseria, que tiemblen las calles colombianas, porque los estudiantes decimos: Acá estamos, Acá Seguiremos, y no desfalleceremos hasta recuperar todo lo que nos ha sido negado. Hoy decimos y demostramos que tenemos la estatura moral y política que demanda el reto de construir la Universidad Para la Segunda y definitiva independencia, la Universidad de una Nueva Colombia.
¡VIVA EL PARO NACIONAL UNIVERSITARIO!
¡VIVA LA FEDERACIÓN DE ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS!
¡Vivan las organizaciones estudiantiles de la CONAP y de la marcha patriotica!
¡CONSTRUYENDO EL PARO CÍVICO NACIONAL!
¡POR UNA EDUCACIÓN PARA LA SEGUNDA Y DEFINITIVA INDEPENDENCIA.
Tercer congreso de la Federación de Estudiantes Universitarios FEU COLOMBIA, por una Educación para la Segunda, y Definitiva, Independencia.
Septiembre 17 de 2011